2. Santidad. La virgen María proclamó esta verdad en su famoso Magnificat (cf. Lucas 1:49), y Cristo mismo lo enseñó a reconocerla en el padrenuestro (cf. Mateo 6:9), dándonos ejemplo con su propia actitud (cf. Juan 17:11). La santidad de Dios implica su separación de todo lo que es malo y pecaminoso. En medio de la contaminación moral en que vivimos, ¡qué refrigerio es conocer a alguien así! 3. Misericordia (cf. Lucas 1:54–55, 72, 78; 6:36). ¿Cómo podría un Dios santo tener trato alguno con el hombre
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